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domingo, 7 de noviembre de 2010

“Voy y vengo”, un compacto con muchas orillas


Peter Castro y su primer disco solista

Nació en Tarariras hace 56 años. Cruzó el río marrón tantas veces como las necesidades económicas lo demandaban. Fue y vino. Partió y volvió. Hace casi una década regresó para quedarse en Colonia del Sacramento. Hoy vive en Santa Ana y trabaja en Montevideo, prosiguiendo una experiencia laboral que comenzó en Río Negro, continuó en Tacuarembó, y nadie sabe por qué otras orillas habrá de llevarlo en el futuro, que poco importa eso ahora. Así las vidas de los sieteoficios urbanos. Así las historias comunes a tantos en un departamento de frontera. Así las frustraciones y las expectativas. Así el rastro de todas esas vivencias, plasmado en este primer fonograma “Voy y vengo” sobre el que hablamos con Peter, entre muchas otras cosas.

-¿Cuánto remar para llegar al primer disco?

-Casi cuarenta años, que es mucho tiempo.

-Es mucho tiempo, pero ¿vale el resultado?

-Sí vale. Uno siempre espera un poco más. Después que está el trabajo plasmado le gustaría cambiar todo, pero ya está. Y bueno, hay que pensar en el próximo y en cosas nuevas, nada más.

-¿Qué te sorprendió de este disco?

-Me sorprendió, en realidad, el cambio musical que tuvo con el aporte del gran músico tacuaremboense Emilio Ramos, tanto que a veces ni me reconocía yo.

-Entonces comenzamos por la ficha técnica, el contenido del disco y los músicos que participan.

-El disco tiene algunos temas balada, algún candombe, y sobre la ficha técnica, quien lo grabó fue Emilio Ramos, de Tacuarembó…

-En un estudio propio.

-Sí, tiene un estudio propio que se llama “El Farol”, un estudio chico pero bien equipado. Y después Marcelo Barrios tocó la batería, Ramiro Arredondo tocó el bajo, Diego Díaz en la percusión y yo en la segunda guitarra. Ahí más o menos nos fuimos manejando.

-Algo así como una integración musical de Colonia y Tacuarembó.

-Tacuarembó y Colonia, sí. En ese momento estaba en Tacuarembó, estuve casi un año, así que tuve todo ese tiempo, tuve seis o siete meses para hacerlo, y está, es lo que quedó ahí.

-¿Y en Tacuarembó qué quedó de este disco?

-En Tacuarembó quedó bien visto, muy bien visto. Desde que salió se pasó y se sigue pasando en las radios y en la televisión. Tuvimos también un toque en el balneario Iporá, otro toque en la sala Ignacio Brocco de la Casa de la Cultura de Tacuarembó, y no digo que me conoce tanta gente como en Colonia pero sí cayó muy bien.

-Pero comparativamente, parece que tocaste más el disco en Tacuarembó que en Colonia.

-Sin duda que toqué más en Tacuarembó que en Colonia, porque a uno a veces siendo local se le hace cuesta arriba también.

-¿Sigue habiendo una subestimación por el trabajo del músico local en Colonia?

-Sin duda, lo fue hace treinta años y lo sigue siendo.

-No importa el estilo, ¿no?

-No importa el estilo. Han venido grandes figuras y también han fracasado. Colonia es un lugar muy especial, muy raro. No quiero decir que sea malo. No es ni malo ni bueno, es raro.

-Pero Tacuarembó también es de frontera.

-Sí, pero se defiende lo nuestro de todas formas, sea un chotis, cualquier ritmo de Río Grande del Sur o Numa Moraes, no importa, pero se defiende eso.

-¿Y qué tiene de Colonia el disco, además de vos y el percusionista?

-Tiene todo el ángel que posee nuestro Barrio Sur, ese ángel, esa noche. Tiene lo del nombre del disco, “Voy y vengo”, ir a Buenos Aires, cruzar el río y volver tantas veces como sea necesario hasta poder quedarme. Contiene todo eso. Algún personaje de Colonia…

-Contanos más de ese ir y venir.

-Sí, no sólo en mí sino que también lo he notado en muchos compañeros. Cruzar el río para nosotros es como para un fronterizo del norte cruzar la calle en Rivera, en este caso en busca de trabajo, y estar un tiempo allá pero añorar estar en Colonia, y volver gracias a la familia que volvía conmigo, nos quedábamos un tiempo, se terminaba el trabajo, llegaba el invierno, y volver otra vez a Buenos Aires. Así tantas veces hasta que un día me quedé y ya no me fui más, y espero no tener que irme más por supuesto.

-¿Qué canción escucharías más del disco si fueras otro y el disco no fuera tuyo?

-“La muerte y el bohemio”, tantas veces como fuera necesario hasta que lo entendiera bien.

-¿Acaso por verte reflejado en ese tema?

-Sin duda. Siempre que lo toco digo que es el único tema, y seguramente va a ser el único, que escribí para mí, que lo escribí pensando en mí, en todo lo que significa un tipo que anda a la noche con la guitarra pero que se levanta a la mañana a laburar y que un día se va a encontrar cara a cara con la muerte. Y lo va a llevar, pero le va a ser cuesta arriba seguramente.

-¿Creés que los bohemios y la bohemia sigue siendo la misma hoy que la de hace treinta años?

-No. La bohemia hace treinta años era realmente bohemia. Hoy es como que ya no se puede vivir de esa bohemia, no es posible, hay que aferrarse a otras cosas, hay que escribir otras cosas, hay que vestirse de otra forma. Hoy está todo muy globalizado.

-¿No ha habido ninguna posibilidad de poder presentar el disco en Juan Lacaze, en la Biblioteca Rodó por ejemplo, o junto al dúo Agosto, a Nuestra Razón…?

-No he hecho ningún contacto. Sí lo hice, como siempre, en la Casa de la Cultura de Colonia, también estuve viendo la posibilidad de presentarlo en varios lugares del departamento, ya sea en el Uamá o en Tarariras o en Colonia Suiza, y por qué no, en Juan Lacaze también, claro. Sería bueno coordinar con la gente de Agosto o de Nuestra Razón y poder presentar el disco ahí. Sería muy bueno.

-¿Qué tema del disco omitirías si te tocara grabarlo hoy?

-A ver, dejame pensar… la canción “Aún me quedan fuerzas”. Ese tema hoy no lo grabaría.

-¿Para qué cosas no te quedan fuerzas?

-Creo que no está bien expresado. Creo que sí me quedan muchas fuerzas, y esas fuerzas me vuelcan para el lado del obrero porque de hecho soy un obrero, y para el lado del más débil, del más humilde, pero no quedó reflejado musicalmente lo que yo quería. Quedó una cosa rara entre un rock-balada o un rock-milonga, y no es eso lo que yo pretendía en ese momento, pero está, quedó así, y como te dije al principio, uno después que está hecho cambiaría cosas, pero ya está hecho.

-La incorporación de músicos tacuaremboenses ¿qué valor agregado le aportó a este material?

-Cada uno le agregó un poquito de lo suyo. Emilio Ramos es un músico que toca con mucha gente, porque es un gran músico realmente, es un gran guitarrista, que tiene influencias de Brasil. Ramiro, que es un chico de 17 años, tiene una influencia rockera muy grande a pesar de que hace canto popular e integra un dúo con el que han ganado cinco festivales en cuestión de seis meses. El batero también proviene del rock, del rock fuerte, y no representa lo que es un candombe pero sí lo toca y sí, con la percusión se amalgama bien. Pero creo que lo que más puedo resaltar del disco, en relación a tu pregunta sobre el aspecto musical, es la parte fronteriza que tiene, que no es mía por supuesto.

-Una mixtura interesante, ¿no?

-Sí, hay un tema a Tarariras, por ejemplo, que originalmente era algo así como un milongón y ahora quedó una cosa muy rara, entre reggae, chotis y no sé qué.

-¿Qué respuesta del público coloniense encontraste que esperabas encontrar y qué respuesta no encontraste que esperabas encontrar?

-La que encontré fue buena. A la gente que ha escuchado el disco le ha gustado, algunas cosas sí y otras no por supuesto, pero en líneas generales sí ha gustado y de hecho he vendido muchos discos en Colonia. Pero la respuesta que uno más espera es cuando lo va a plasmar en vivo en un espectáculo, y cuando yo lo presenté en el Bastión del Carmen fue muy poca gente. Era una época rara, fue el 13 de febrero, carnaval, complicado, no con mucha publicidad. Ese es el único punto oscuro, pero uno no puede medir por la cantidad de público que va a un lugar si es bueno o malo. Simplemente no fue toda la gente que uno habría esperado, o porque algunos no se enteraron o porque a otros no les interesó, además fue un sábado, día que hay mucha actividad en Colonia, y talvez eso también influyó. No sé. Talvez hagamos algo en el Bastión otra vez en no mucho tiempo.

-O quizás puede ocurrir que el público ya no está para este tipo de música.

-Sí, es cierto también. Los de nuestra generación ya están en su casa, con la estufita y la televisión por cable, entonces capaz que les cuesta un poco salir. Pero, ya digo, el público de Colonia es una cosa muy rara, muy rara. Ni bueno ni malo, raro.

-¿Cuánto cuesta editar un disco, como producción independiente además?

-Cada disco sale, de costo, 120 pesos, sin contar las horas de grabación, que son otros 20.000 pesos al cabo de cuatro, cinco, seis meses. Y hacer cien discos fueron 12.000, 13.000 pesos. Así que cuesta unos 50.000 pesos, unos 2.000 dólares para redondearte. Más o menos cuesta 2.000 dólares sacar un disco, en un sello Orión… que no es Ayuí.

-O sea que si bien la producción fue independiente, cuenta con el respaldo de un sello fonográfico.

-Sí, sí. Con el sello Orión, con todo lo que marca la ley, con aportes y todo; todo por derecha. Pero cuesta alrededor de 2.000 dólares sacar cien discos, cien.

-Una suma de no fácil recuperación, supongo. Pero más allá del eventual rédito económico, ¿qué rédito emotivo te dejó?

-Me dejó un sabor dulce. Es un parto raro pero lindo. Es algo que va a quedar, va a quedar para mis amigos, mis nietos, mis hijos, y esa es la tranquera de todo un largo y sinuoso camino. No es mi idea recuperar lo que invertí, para nada, ya está, lo que se invirtió se invirtió y lo que se perdió se perdió. Perdió Palito Ortega cuando trajo a Frank Sinatra, ¿no voy a perder yo haciendo un disquito de 2.000 dólares? Pero está la otra satisfacción, la personal, de decir: bueno, esto es lo mío. Bueno, malo, regular, pero esto es lo mío. Y antes de fin de año vamos a empezar otra vez a grabar otro disco, y siempre para adelante.

-¿Ya hay temas nuevos?

-Sí, por ahora tengo cinco temas nuevos que habría que revisarlos. Tengo más temas escritos, pero cinco son los que me gustan realmente y que ya están medio como para poder empezar a trabajar en ellos para grabarlos.

-¿Irían dentro de la misma temática conceptual del primer disco?

-No. Por lo menos en la temática creativa, poética, no. Este disco “Voy y vengo” tiene mucho… mucho de amor, mucho de noches enteras, buenas y malas, como dice en la tapa del disco. Creo que el próximo sería mucho más adaptado a esta época, época de lucha, de gente que no pasa buenos momentos, de falta de trabajo. Creo que va a apuntar más a eso, más a la realidad cotidiana, más luchador.

-Vos escuchás mucha música, aparte de hacerla. ¿Este disco tiene influencias notorias de otros intérpretes o autores?

-Yo no sé si influencias. Yo tengo influencias al escribir, y eso se nota, ni me da pena ni vergüenza decirlo porque se nota, influencias de Sabina y del amigo José Carbajal. Tengo esas influencias porque me gustan y porque es una línea que dice y que expresa cosas. Igualmente no tengo un autor del canto popular que me lleve a hacer tal cosa. No sería Dino, no sería Mateo, no tengo un autor preferido, así, de ese tipo de letras, en ese contexto.

-O sea que serían influencias personales, pero no las plasmadas en este disco.

-Exacto. Y bueno, siempre buscándole la vuelta a lo que uno quiere expresar, que en definitiva es lo que menos vende.

-Y si tuvieras que venderlo y fueras un vendedor de feria, ¿cómo convencerías a la gente que tiene que comprar este disco, por qué?

-Porque es lo que pasa a diario, lo cotidiano, lo que le sucede a la gente. No es “la felicidad, ja ja ja ja”, no es así. Es lo que nos sucede a cada uno de nosotros. Nos enamoramos, nos peleamos, perdemos el laburo, no tenemos plata para la UTE… Lo normal, lo de toda la gente, lo de la gente común, la gente que pelea.

-Además de ya estar pensando en la gestación del segundo disco, ¿cómo sigue esta historia?, ¿hay alguna intención de presentar el disco en Montevideo por ejemplo?

-Nosotros, a partir del fracaso, si se le puede llamar así a la presentación en el Bastión, al haber concurrido poca gente…

-Por ese razonamiento también fracasaron Dino y Hugo Trova, que fuimos cinco a verlos, y fracasó también el grupo argentino Arbolito, que éramos dos… Al menos si se le llama fracaso a eso.

-No, acá fueron cincuenta, pero uno espera un poco más siempre. Lo de Dino y lo de Arbolito es porque, insisto, es raro Colonia, es muy raro. Entonces a partir de analizar lo que pasó en el Bastión y por qué pudo haber pasado, surgió la idea de hacer una Sala Zitarrosa, que también es muy jodido, no es fácil, pero bueno, la idea sigue en pie, trabajar para hacer una Sala Zitarrosa. De hecho, con los músicos que grabamos el disco siempre estamos en contacto, siempre tratamos de juntarnos, de ensayar un poco. Pero también me queda en la memoria cuando fuimos con vos a ver a Yabor a la Zitarrosa, y tampoco fue mucha gente a ver a Yabor a la Sala Zitarrosa. Entonces sería bueno apostar a eso. Total, errarle en una, errarle en dos, a esta altura es lo mismo. El asunto es hacer lo que a uno le gusta, y lo que a mí me gusta es hacer música. Cumplo con mi tarea de ciudadano dentro del sistema, de trabajar todos los días, y además de eso intento hacer música.

-Todo forma parte de seguir pagando un derecho de piso eterno, ¿no?

-Exacto. Un derecho de piso que es tan raro… Porque es realmente raro, ¿no?

-A otros les sale más barato.

-Sí, a otra gente le sale mucho más barato. Va y arregla y la plata aparece, de algún lado aparece, y la prensa aparece, y para ellos siempre hay tiempo. Y cuando digo ellos, sabrás entender quiénes son ellos y quiénes somos nosotros. Pero también a veces, cuando las cosas son cuesta arriba, el sabor del triunfo es mejor. Y si uno le erra y las cosas no salen, junta fuerzas para arrancar otra vez, siempre junta fuerzas.

-Me gustaría cerrar la nota con una puerta abierta hacia la Biblioteca Rodó, para poder conversar una posible actuación allí. ¿Peter Castro es accesible para los recursos con que pueda contar esa institución?, ¿cómo pueden comunicarse contigo en tal caso?

-Bueno, mi teléfono es 098445557, y uno de línea 0588 2055. Yo vivo en Santa Ana, o sea que estoy muy cerquita de Juan Lacaze y de hecho voy todos los fines de semana. Y para Juan Lacaze seguramente no es caro, porque solamente llevaríamos los músicos y, bueno, nos arreglaríamos. Además es muy distinto tocar para Juan Lacaze que tocar para Colonia Suiza, ¿me explico?

-Sí, preguntale al Chamaco Rossi…

-Por eso. No, no es caro para nada. Es más, lo haríamos con gusto. Fijate que el viaje y la estadía de los músicos cuando nos presentamos en el Bastión lo pagué todo yo. Bueno, también se podría arreglar esto. El asunto es tocar, que es lo que a uno le gusta. Y por ahí en algún momento la cosa mejora. Y para eso uno trabaja todos los días y trata de hacer cosas nuevas y, bueno, ir encontrándole la vuelta.

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