Con Rubén Olivera, de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos
Una multitud volvió a congregarse en la 13ª Marcha del Silencio realizada el pasado 20 de mayo. Una vez más se exigió Verdad y Justicia sobre los crímenes de lesa humanidad perpetrados a la sombra de la todavía impunidad. La voluntad política demostrada por el gobierno del Frente Amplio hacia esa exigencia popular se presenta difusa y no está a la debida altura del reclamo legítimo. Los mínimos hallazgos de menos del uno por ciento de nuestros desaparecidos no fueron consecuencia de la investigación oficial sino de la mera casualidad. Declarar nula la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado configuraría una positiva reapertura de puertas hacia la investigación a fondo y su consecuente castigo a los criminales responsables. En el Parlamento no se cuenta para ello ni siquiera con los votos de los legisladores de la coalición gobernante, hecho que resulta al menos paradójico, más aún considerando que la inmensa mayoría de los desaparecidos pertenecieron a esa misma coalición, es decir, fueron compañeros de lucha de quienes hoy gobiernan. Sobre estos más de treinta años de impunidad, sobre la memoria y la identidad de la sociedad oriental, dialogamos con Rubén Olivera -cuyo hermano también se encuentra desaparecido- cantor popular e integrante del colectivo Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos.
“Pero por qué hablo yo solo
y nunca te puedo escuchar,
si en este mundo todos tienen
alguna historia que contar.
Es que me olvido que tú vienes
desde otra muerte a visitar,
que siempre cuidas a tus vivos
como cuidamos de vos, pero
no es llevándote unas flores,
si no sabría a qué lugar;
A veces te cuido en carteles…”.
(frag. “Visitas”, de Rubén Olivera)
- Tras haberse llevado a cabo una nueva Marcha del Silencio, queremos consultar tu opinión respecto de si, como sociedad, los uruguayos tenemos integrada la figura del detenido-desaparecido o si acaso pensamos simplemente que es gente a la que se mató y listo.
- Es increíble cómo el tema está presente ya como parte de nuestra identidad. Estamos hablando de más de treinta años de la primera persona desaparecida, y sin embargo lo lento que es por ejemplo legalmente incorporar esa figura. Recién en este momento se formó la figura de lo que se llama la “Convención contra la desaparición forzada de las personas”. Se estuvo durante más de veinte años tramitando ante las Naciones Unidas, ahora se la mandó a los países para que la ratifiquen, y entre otras cosas contiene una serie de leyes en cuanto a reparación. Recién ahora se está procesando eso. Parece que tanto a la parte jurídica como a la gente le cuesta incorporar un tema que cuando uno lo toca quema, y de ahí los llamados al olvido, a que ya pasó, a no reabrir heridas, que como dice Juan Gelman en realidad jamás se cerraron. Parece que recién se está incorporando el tema de la memoria como un asunto a desarrollar en lo que puede ser un país que decide olvidar su pasado, olvidar su memoria, y transcurrir como si nada hubiera ocurrido; algo así como contentándose con que ya aparecieron dos restos y que de Argentina se trajeron algunos más que estaban en tumbas NN, que se identificaron como uruguayos. Pero los desaparecidos son más de doscientos, ya vamos por la décimo tercera Marcha del Silencio y van a seguir hasta el final por Verdad y Justicia. El año pasado se creó el Museo de la Memoria y hay proyectos como para seguir instalando en todo el país huellas o marcas de la memoria para que se recuerden hechos que ocurrieron durante la dictadura en esos lugares. Cada elemento de la verdad que aparece abre nuevas cajas chinas, unas adentro de las otras. Lo que Familiares ya sabía respecto de la existencia del segundo vuelo y de que habían sido todos asesinados sale a la luz a partir de una información de la Fuerza Aérea , pero después resulta que “nadie sabe nada” de cómo fue eso. De cada nuevo hecho en que se revela la verdad no hay retorno y creo que la sociedad precisa de esa verdad para sanearse, para seguir transitando una verdadera paz, no sólo para los familiares sino para la sociedad en su conjunto; seguir transitando los caminos hacia la verdad y la justicia.
- Tampoco hay ya no sólo pedidos de perdón o expresiones de arrepentimiento de parte de los represores, sino que también continúan haciendo apología de lo hecho. A cada rato escuchamos militares hablando de que lo que hicieron casi estuvo bien…
- Exacto. El proceso es muy interesante, porque al principio era la negación, el decir que nada de eso había ocurrido y que todo era mentira. Después era simplemente corregir que habían mentido sobre donde se encontraban los cuerpos, cuando en realidad los restos que aparecieron, de Fernando Miranda y Ubagesner Chávez Sosa, fueron por datos anónimos, no por la investigación judicial. De a poco se les va cercando hasta que después lo único que les queda por decir es: “bueno, sí, lo hicimos”; pero no pueden explicar por qué detenían personas, según ellos “terroristas”, no pueden explicar las maneras como los torturaban, no pueden explicar las violaciones, no pueden explicar el robo a las casas de los detenidos y sus familiares para alhajar las propias casas de los propios militares. Hay muchas cosas que no pueden explicar. Y de repente lo que están haciendo es confirmando el tipo de mundo que ese montón de jóvenes cuestionaba desde una postura ética, contra la otra visión del mundo que justifica hacer cualquier cosa. Porque en definitiva los propios represores decían que si la izquierda llegaba al gobierno iban a torturar, iban a matar, iban a secuestrar niños, iban a hacer desaparecer gente; y aquellos que consideraban monstruos terminaron siendo monstruos ellos mismos.
- Hablabas de los dos reaparecidos, que no fue por iniciativa oficial que se encontraron, y también hablabas de la izquierda en el gobierno. ¿Cómo evaluás al actual gobierno -declarativamente de izquierda- en el sentido de los derechos humanos, y qué se podría hacer que todavía no se ha hecho?
- Yo creo que lo que se debe hacer es continuar trabajando. Cualquier gobierno oficial instalado tiene presiones de muchos lados, y también Familiares y la sociedad en su conjunto tenemos que presionar para poder alcanzar lo que se reclama, que como te decía los desaparecidos son más de doscientos y de la mayoría no se tienen datos, pero a la vez hay gente que tiene datos, y cada tanto aparece algún subalterno, algún soldado que dice que tiene informaciones, pero cuando después se le va a pedir esas informaciones dice que no, que ya no quiere, que ya se olvidó; o sea que en cierta manera sigue funcionando algún tipo de sistema de presión. Así que de lo que se trata es de seguir insistiendo. Ahora se estableció la Comisión de Seguimiento, que era algo que pedía Familiares, el seguir buscando la verdad, el seguir abriendo esos archivos que parece que cuesta tanto abrir para conseguir datos de ellos, el seguir peleando. Porque el tema de la desaparición forzada sigue ocurriendo en un montón de países, se siguen abriendo federaciones en Asia, en África… El sistema, a pesar de todos los traumas y los problemas que les trae a los países, parece que les ha funcionado bien a los sectores de poder, así que de lo que se trata es de seguir exigiendo, seguir investigando, seguir buscando, seguir conociendo esa verdad que cada vez que se abre demuestra más de qué sujetos estamos hablando. Sabemos que corremos contra el tiempo, que corre contra la propia edad de los familiares, de las madres, de las abuelas, de los hermanos, pero hasta el final va a haber que seguir buscando caminos para que haya Verdad y Justicia por todos los que vendrán, porque uno trabaja para que no les ocurra a otros lo que a uno le ocurrió.
Una multitud volvió a congregarse en la 13ª Marcha del Silencio realizada el pasado 20 de mayo. Una vez más se exigió Verdad y Justicia sobre los crímenes de lesa humanidad perpetrados a la sombra de la todavía impunidad. La voluntad política demostrada por el gobierno del Frente Amplio hacia esa exigencia popular se presenta difusa y no está a la debida altura del reclamo legítimo. Los mínimos hallazgos de menos del uno por ciento de nuestros desaparecidos no fueron consecuencia de la investigación oficial sino de la mera casualidad. Declarar nula la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado configuraría una positiva reapertura de puertas hacia la investigación a fondo y su consecuente castigo a los criminales responsables. En el Parlamento no se cuenta para ello ni siquiera con los votos de los legisladores de la coalición gobernante, hecho que resulta al menos paradójico, más aún considerando que la inmensa mayoría de los desaparecidos pertenecieron a esa misma coalición, es decir, fueron compañeros de lucha de quienes hoy gobiernan. Sobre estos más de treinta años de impunidad, sobre la memoria y la identidad de la sociedad oriental, dialogamos con Rubén Olivera -cuyo hermano también se encuentra desaparecido- cantor popular e integrante del colectivo Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos.
“Pero por qué hablo yo solo
y nunca te puedo escuchar,
si en este mundo todos tienen
alguna historia que contar.
Es que me olvido que tú vienes
desde otra muerte a visitar,
que siempre cuidas a tus vivos
como cuidamos de vos, pero
no es llevándote unas flores,
si no sabría a qué lugar;
A veces te cuido en carteles…”.
(frag. “Visitas”, de Rubén Olivera)
- Tras haberse llevado a cabo una nueva Marcha del Silencio, queremos consultar tu opinión respecto de si, como sociedad, los uruguayos tenemos integrada la figura del detenido-desaparecido o si acaso pensamos simplemente que es gente a la que se mató y listo.
- Es increíble cómo el tema está presente ya como parte de nuestra identidad. Estamos hablando de más de treinta años de la primera persona desaparecida, y sin embargo lo lento que es por ejemplo legalmente incorporar esa figura. Recién en este momento se formó la figura de lo que se llama la “Convención contra la desaparición forzada de las personas”. Se estuvo durante más de veinte años tramitando ante las Naciones Unidas, ahora se la mandó a los países para que la ratifiquen, y entre otras cosas contiene una serie de leyes en cuanto a reparación. Recién ahora se está procesando eso. Parece que tanto a la parte jurídica como a la gente le cuesta incorporar un tema que cuando uno lo toca quema, y de ahí los llamados al olvido, a que ya pasó, a no reabrir heridas, que como dice Juan Gelman en realidad jamás se cerraron. Parece que recién se está incorporando el tema de la memoria como un asunto a desarrollar en lo que puede ser un país que decide olvidar su pasado, olvidar su memoria, y transcurrir como si nada hubiera ocurrido; algo así como contentándose con que ya aparecieron dos restos y que de Argentina se trajeron algunos más que estaban en tumbas NN, que se identificaron como uruguayos. Pero los desaparecidos son más de doscientos, ya vamos por la décimo tercera Marcha del Silencio y van a seguir hasta el final por Verdad y Justicia. El año pasado se creó el Museo de la Memoria y hay proyectos como para seguir instalando en todo el país huellas o marcas de la memoria para que se recuerden hechos que ocurrieron durante la dictadura en esos lugares. Cada elemento de la verdad que aparece abre nuevas cajas chinas, unas adentro de las otras. Lo que Familiares ya sabía respecto de la existencia del segundo vuelo y de que habían sido todos asesinados sale a la luz a partir de una información de la Fuerza Aérea , pero después resulta que “nadie sabe nada” de cómo fue eso. De cada nuevo hecho en que se revela la verdad no hay retorno y creo que la sociedad precisa de esa verdad para sanearse, para seguir transitando una verdadera paz, no sólo para los familiares sino para la sociedad en su conjunto; seguir transitando los caminos hacia la verdad y la justicia.
- Tampoco hay ya no sólo pedidos de perdón o expresiones de arrepentimiento de parte de los represores, sino que también continúan haciendo apología de lo hecho. A cada rato escuchamos militares hablando de que lo que hicieron casi estuvo bien…
- Exacto. El proceso es muy interesante, porque al principio era la negación, el decir que nada de eso había ocurrido y que todo era mentira. Después era simplemente corregir que habían mentido sobre donde se encontraban los cuerpos, cuando en realidad los restos que aparecieron, de Fernando Miranda y Ubagesner Chávez Sosa, fueron por datos anónimos, no por la investigación judicial. De a poco se les va cercando hasta que después lo único que les queda por decir es: “bueno, sí, lo hicimos”; pero no pueden explicar por qué detenían personas, según ellos “terroristas”, no pueden explicar las maneras como los torturaban, no pueden explicar las violaciones, no pueden explicar el robo a las casas de los detenidos y sus familiares para alhajar las propias casas de los propios militares. Hay muchas cosas que no pueden explicar. Y de repente lo que están haciendo es confirmando el tipo de mundo que ese montón de jóvenes cuestionaba desde una postura ética, contra la otra visión del mundo que justifica hacer cualquier cosa. Porque en definitiva los propios represores decían que si la izquierda llegaba al gobierno iban a torturar, iban a matar, iban a secuestrar niños, iban a hacer desaparecer gente; y aquellos que consideraban monstruos terminaron siendo monstruos ellos mismos.
- Hablabas de los dos reaparecidos, que no fue por iniciativa oficial que se encontraron, y también hablabas de la izquierda en el gobierno. ¿Cómo evaluás al actual gobierno -declarativamente de izquierda- en el sentido de los derechos humanos, y qué se podría hacer que todavía no se ha hecho?
- Yo creo que lo que se debe hacer es continuar trabajando. Cualquier gobierno oficial instalado tiene presiones de muchos lados, y también Familiares y la sociedad en su conjunto tenemos que presionar para poder alcanzar lo que se reclama, que como te decía los desaparecidos son más de doscientos y de la mayoría no se tienen datos, pero a la vez hay gente que tiene datos, y cada tanto aparece algún subalterno, algún soldado que dice que tiene informaciones, pero cuando después se le va a pedir esas informaciones dice que no, que ya no quiere, que ya se olvidó; o sea que en cierta manera sigue funcionando algún tipo de sistema de presión. Así que de lo que se trata es de seguir insistiendo. Ahora se estableció la Comisión de Seguimiento, que era algo que pedía Familiares, el seguir buscando la verdad, el seguir abriendo esos archivos que parece que cuesta tanto abrir para conseguir datos de ellos, el seguir peleando. Porque el tema de la desaparición forzada sigue ocurriendo en un montón de países, se siguen abriendo federaciones en Asia, en África… El sistema, a pesar de todos los traumas y los problemas que les trae a los países, parece que les ha funcionado bien a los sectores de poder, así que de lo que se trata es de seguir exigiendo, seguir investigando, seguir buscando, seguir conociendo esa verdad que cada vez que se abre demuestra más de qué sujetos estamos hablando. Sabemos que corremos contra el tiempo, que corre contra la propia edad de los familiares, de las madres, de las abuelas, de los hermanos, pero hasta el final va a haber que seguir buscando caminos para que haya Verdad y Justicia por todos los que vendrán, porque uno trabaja para que no les ocurra a otros lo que a uno le ocurrió.