Sosteniendo la Pared, 27 de octubre 2012

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Entrevista en Poder Ciudadano, Canal 5 TNU, 22.9.2011 (primera parte)

Entrevista en Poder Ciudadano, Canal 5 TNU, 22.9.2011 (segunda parte)

Caso Trigo (en Cámara Testigo, 9 de mayo 2011)

jueves, 10 de enero de 2008

El sueño explícito

“Para mí, la utopía no es una construcción ideal; está estrechamente ligada a la noción de acción, de transformación, de novedad, de lo concreto. No se trata para nada de una ficción”.
Betinho.


El sueño alcanzable.
El que cuesta más resolución que sacrificio.
El que da gusto parir.
El que no está en el horizonte sino a nuestros pies.
El cotidiano ineludible.
El peligroso.
Para ese sueño te invito.

El de las vísceras.
El que se puede respirar, palpar, oler, amar, escupir.
El que tiene más rendijas que nuestro techo y más fisuras que nuestro hígado.
El que se duele y sana.
El que no nos promueve en superhombres, el común, el liso y llano.
El que no existe sin nosotros.
El sueño vital, sin el que no podemos seguir vivos.
El que nos cierra la garganta para abrirla en nuevos cantos.
El impostergable.
El que tiene por espejo nuestro rostro.
El que se puede abrazar, leer, morder, alimentar.
El que come de nuestra mano pero no nos obedece.
El rebelado revelado.
El propio y el ajeno.
Para ese sueño.

El impasivo.

El habitual.
El que nos moja la oreja.
El que jode llevarlo puesto.
El que más jode cuando lo perdemos.
Ese chiquito como un crío.
Amamantable y sediento.
Insaciable y comprensivo.
El que se sienta a esperarnos.
El que jamás se cansa.
El que no anima la fiesta ni recibe regalos, pero la hace posible.
El que no cobra interés.
El pobre diablo y pobre dios.
El resurrecto insurrecto.
El que se yergue común.
Para ese y no otro.
El calentón apacible.
El que a diario nos confronta.
El que no se salva solo.
El utilitario como una olla.
El que nos hierve.
El no iluso al uso.
Ese que sabe cuando no estamos para él y se va callado.
Ese que vuelve por él.
El que perdimos en la práctica de la teoría. En la mala praxis de un traidor a sueldo, de escritorio o barrio.
El que no se degrada, recicla ni elimina por los poros.
El que se absorbe y no se hereda ni traspasa.
El que sólo se descubre, y sino no es.
El que gotea en la noche y no te deja dormir.
El que se anuncia en señales de humo y goma quemada.
El que te acusa de otro.
El que te advierte.
Para ese sueño nomás.
Salí por él. Despacio, que se espanta.
Llamalo sin palabras. No las usa. Ya son muchas.
Escuchá su voz, en vos.
Luego, no hay marcha atrás.
Dejarás de pertenecerte y de pertenecer.

Los amos del mundo procurarán quebrarte con bienes o con balas.
Los cobardes intentarán seducirte en pos de ésos sus amos.
Tu más piadoso amigo cobrará treinta dinares a cambio de tu paradero.
Excomulgarán tu nombre en las iglesias que los poderosos poseen en cada pueblo.
Te expulsarán de parlamentos y casas de gobierno.
Te negarán tres veces y quince y cien y mil antes que el gallo cante, que cantará por vos.
No existirán coartadas para tus no crímenes, pero sí juzgados que los condenen como tales en juicio oral, público y orgiástico.
La masonería insistirá sólo una vez, por si acaso un nuevo líder si incondicional.
Los soldados seguirán tus huellas, pero nunca serán tan astutos como para encontrarte.
Los arrepentidos buscarán que te arrepientas.
La televisión ortiba, sumisa y obsecuente te escrachará en imágenes de frente y de perfil.
El jefe de policía coordinará tu captura con el juez y la interpol.
El Departamento de Estado no, el Departamento de Estado proseguirá justificando cada invasión.
Y entonces habrá que huir hasta que aclare.
Si es por mar y en un buque de guerra te cercará la UNITAS imperioprogresista.
Si es por tierra y en un tren militar, cosa extraña, posiblemente AFE resuelva confiscarlo y luego lo privatice.
Si es por avión, ídem Brasil.
Mejor será de a pie y al descampado, a lo guacho y solo, hasta que encuentres a quien debés encontrar.
No desconfíes.
Los reos del sistema siempre se encuentran y confabulan muy peligrosamente a por la tierra-patria (com)prometida.
Y desde allí comenzará todo de nuevo.
Nuevas soledades y persecuciones.
Escondites, amaneceres por venir y provocar.
Y otros que breguen por el sueño alcanzable.
El que cuesta más resolución que sacrificio.

El que da gusto parir.
El que no está en el horizonte sino a nuestros pies.
El cotidiano ineludible.
El peligroso.
El de las vísceras.
El que se puede respirar, palpar, oler, amar y escupir.
El que tiene más rendijas que nuestro techo y más fisuras que nuestro hígado.
El que se duele y sana.
El que no nos promueve en superhombres, el común, el liso y llano.
El que no existe sin nosotros.
El sueño vital, sin el que no podemos seguir vivos.
El que nos cierra la garganta para abrirla en nuevos cantos.
El impostergable.
El que tiene por espejo nuestro rostro.
El que se puede abrazar, leer, morder, alimentar.
El que come de nuestra mano pero no nos obedece.
El rebelado revelado.
El propio y el ajeno.
El impasivo.
El habitual.
El que nos moja la oreja.
El que jode llevarlo puesto.
El que más jode cuando lo perdemos.
Ese chiquito como un crío.
Amamantable y comprensivo.
El que se sienta a esperarnos.
El que jamás se cansa.
El que no anima la fiesta ni recibe regalos, pero la hace posible.
El que no cobra interés.
El pobre diablo y pobre dios.
El resurrecto insurrecto.
El que se yergue común.
El calentón apacible.
El que a diario nos confronta.
El que no se salva solo.
El utilitario como una olla.
El que nos hierve.
El no iluso al uso.
Ese que sabe cuando no estamos para él y se va callado.
Ese que vuelve por él.
Aunque nada de esto es seguro, claro...

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