“Noche buenos días Navidad.
Año nuevo, viejo Carnaval.
Muere el año viejo,
todo el cielo es un reflejo
artificial, corazón.
Los proyectos se entrechocan
con bocinas que provocan.
Otro año nace
y van un montón”.
Raúl Castro.
El perro del vecino ladra más que nunca.
Marxistas ortodoxos, fascistas practicantes, católicos tercermundistas, obispos castrenses, publicistas de televisión, moribundos por inanición, proletarios del mundo empresarial, rotarios y leones, masones y masones, monjas autocríticas, represores y pueblos reprimidos, predicadores del diezmo usurero, torturadores con patente lustrosa, corresponsales de prensa de las cadenas trasnacionales, enviados del fondo monetario y del banco mundial, neoliberales subidos al carro progresista y radicales sin representación parlamentaria, capitalistas fundidos, curas de sotana y médicos de picana, estafadores con chalé, encubridores de la estafa económica, adolescentes homicidas, sacras señoras de la caridad, minoristas de la pasta base, cosmetólogos gays de salón top model, violadores no gays de derechos humanos y expedientes top secret, matones arrepentidos, periodistas cobardes, sindicalistas con tarjeta de crédito y tabaco cerrito, políticos promisorios sic, las quinientas familias, el medio millón de exportados, los genocidas de lesa humanidad, el presidente del planeta, la tarotista tiracartas, el ahorrista estafado, el adolescente de rastas y humos jamaiquinos, el haitiano invadido, el sin tierra apaleado, los inversores chinos y coreanos, los impunes protegidos en tierra chilena, los hambreados salvadoreños, los combativos mineros bolivianos, los lentos pero seguros zapatistas de chiapas, los colonizados puertorriqueños con documento yanqui, los bloqueados cubanos todavía, los persistentes venezolanos, los yoruguas de y en todas partes, los locos de millán, los barra brava de la selección ténfield, la modelo que no sabe por qué no sabe lo que no sabe, el futbolista exitoso casado con la modelo en decadencia, el funcionario separado de su cargo por el jefe ladrón, el no sabe no contesta, el francotirador sin blanco y desocupado, el cantor de protesta desocupado, el idealista desocupado, el desocupado, el arrabal borgiano y el real, el anarco eterno, el botija sin futuro, el anciano sin presente, el traidor sin pasado, el cómico de velorio, el humorista de cenas vip, el murguista que arregló con los espert, el ama de casa de ravioles todavía, el farsante con jubilación de privilegio, el jubilado con farsa de jubilación, el guitarrero borracho y parroquiano, el bohemio autoescindido del mundo real, el niño del merendero por escuela, el ratón de biblioteca, el productor improductivo, el aduanero enriquecido, el único contrabandista preso, el narcotraficante tercerizado y también preso, el muchacho de los mandados, las madres de los pañuelos, el cadete de la cía, el oficialista y el opositor, el ateo y el agnóstico, el gnóstico, el evangelista, el protestante, el adventista, el mormón, el misionero evangelizador de culturas ancestrales, el invasor de nuestra identidad; la fauna humana, en fin.
Todos festejan. Y el perro del vecino ladra más que nunca.
Y se escuchan aquellos imborrables lugares comunes: que cómo se nos fue el año, que vamo' a ver cuántos somos en la próxima, que si fulano estuviera, que no somos nada, que nada serás vos, que el que nada no se ahoga, que este año va a ser distinto, que sírvase otra, que falta poco pa' las doce, que mañana hay uvasal pa’ todos, que dónde te metiste la cañita voladora, que hoy tenemos y mañana no sabemos, que hoy estamos y mañana no, que ya te vas nena, que la cerveza corta todo, que cómo la estará pasando tal o cual, que pasame la de diez, que esto sin cortarlo es intomable, que faltan dos minutos, que qué pasó con la guirnalda que no prende, que ya te vas m'hijo, que la abuela se durmió, que andá cortando el pan dulce que falta un minuto, que al salpicón yo ya hace rato que le entré, que chicos apronten las bombas brasileras, que ¡¿chicos?!, que apaguen las luces, que ya estamos ahí; que las irracionales costumbres humanas, en fin.
Y el perro del vecino que ladra más que nunca, de hambre.
Y en el medio de todo un árbol de plástico verde, doce bombitas (por docena es más barato) simil vidrio, dos bolsas de polyfon a manera de nieve en pleno verano, cinco bolsas de frutas secas en pleno verano, un cajón de sidra y otro de ananá fish en pleno verano, doscientos durmiendo en la calle en pleno verano por suerte, la salvación del mundo en un macaco de yeso con guirnaldas que prenden y apagan (algunas), papás noeles y santa clauses y reyes magos confundiéndose en un encuentro de clases y tradiciones, entre cuatro ovejas, dos vacas, una foto de piñón fijo que puso el más chico y otra de pampita que no le aceptaron al más grande, tres postales navideñas, dos telegramas, pasto de verdad y papel piedra; escenografía fatal para la borrachera autorizada, colectiva y con mucho wawancó de fondo, en fin.
Y el perro del vecino que se llamó a silencio porque la pirotecnia de estruendo pudo más que él.
¡A tu salud, discepolín!
Año nuevo, viejo Carnaval.
Muere el año viejo,
todo el cielo es un reflejo
artificial, corazón.
Los proyectos se entrechocan
con bocinas que provocan.
Otro año nace
y van un montón”.
Raúl Castro.
El perro del vecino ladra más que nunca.
Marxistas ortodoxos, fascistas practicantes, católicos tercermundistas, obispos castrenses, publicistas de televisión, moribundos por inanición, proletarios del mundo empresarial, rotarios y leones, masones y masones, monjas autocríticas, represores y pueblos reprimidos, predicadores del diezmo usurero, torturadores con patente lustrosa, corresponsales de prensa de las cadenas trasnacionales, enviados del fondo monetario y del banco mundial, neoliberales subidos al carro progresista y radicales sin representación parlamentaria, capitalistas fundidos, curas de sotana y médicos de picana, estafadores con chalé, encubridores de la estafa económica, adolescentes homicidas, sacras señoras de la caridad, minoristas de la pasta base, cosmetólogos gays de salón top model, violadores no gays de derechos humanos y expedientes top secret, matones arrepentidos, periodistas cobardes, sindicalistas con tarjeta de crédito y tabaco cerrito, políticos promisorios sic, las quinientas familias, el medio millón de exportados, los genocidas de lesa humanidad, el presidente del planeta, la tarotista tiracartas, el ahorrista estafado, el adolescente de rastas y humos jamaiquinos, el haitiano invadido, el sin tierra apaleado, los inversores chinos y coreanos, los impunes protegidos en tierra chilena, los hambreados salvadoreños, los combativos mineros bolivianos, los lentos pero seguros zapatistas de chiapas, los colonizados puertorriqueños con documento yanqui, los bloqueados cubanos todavía, los persistentes venezolanos, los yoruguas de y en todas partes, los locos de millán, los barra brava de la selección ténfield, la modelo que no sabe por qué no sabe lo que no sabe, el futbolista exitoso casado con la modelo en decadencia, el funcionario separado de su cargo por el jefe ladrón, el no sabe no contesta, el francotirador sin blanco y desocupado, el cantor de protesta desocupado, el idealista desocupado, el desocupado, el arrabal borgiano y el real, el anarco eterno, el botija sin futuro, el anciano sin presente, el traidor sin pasado, el cómico de velorio, el humorista de cenas vip, el murguista que arregló con los espert, el ama de casa de ravioles todavía, el farsante con jubilación de privilegio, el jubilado con farsa de jubilación, el guitarrero borracho y parroquiano, el bohemio autoescindido del mundo real, el niño del merendero por escuela, el ratón de biblioteca, el productor improductivo, el aduanero enriquecido, el único contrabandista preso, el narcotraficante tercerizado y también preso, el muchacho de los mandados, las madres de los pañuelos, el cadete de la cía, el oficialista y el opositor, el ateo y el agnóstico, el gnóstico, el evangelista, el protestante, el adventista, el mormón, el misionero evangelizador de culturas ancestrales, el invasor de nuestra identidad; la fauna humana, en fin.
Todos festejan. Y el perro del vecino ladra más que nunca.
Y se escuchan aquellos imborrables lugares comunes: que cómo se nos fue el año, que vamo' a ver cuántos somos en la próxima, que si fulano estuviera, que no somos nada, que nada serás vos, que el que nada no se ahoga, que este año va a ser distinto, que sírvase otra, que falta poco pa' las doce, que mañana hay uvasal pa’ todos, que dónde te metiste la cañita voladora, que hoy tenemos y mañana no sabemos, que hoy estamos y mañana no, que ya te vas nena, que la cerveza corta todo, que cómo la estará pasando tal o cual, que pasame la de diez, que esto sin cortarlo es intomable, que faltan dos minutos, que qué pasó con la guirnalda que no prende, que ya te vas m'hijo, que la abuela se durmió, que andá cortando el pan dulce que falta un minuto, que al salpicón yo ya hace rato que le entré, que chicos apronten las bombas brasileras, que ¡¿chicos?!, que apaguen las luces, que ya estamos ahí; que las irracionales costumbres humanas, en fin.
Y el perro del vecino que ladra más que nunca, de hambre.
Y en el medio de todo un árbol de plástico verde, doce bombitas (por docena es más barato) simil vidrio, dos bolsas de polyfon a manera de nieve en pleno verano, cinco bolsas de frutas secas en pleno verano, un cajón de sidra y otro de ananá fish en pleno verano, doscientos durmiendo en la calle en pleno verano por suerte, la salvación del mundo en un macaco de yeso con guirnaldas que prenden y apagan (algunas), papás noeles y santa clauses y reyes magos confundiéndose en un encuentro de clases y tradiciones, entre cuatro ovejas, dos vacas, una foto de piñón fijo que puso el más chico y otra de pampita que no le aceptaron al más grande, tres postales navideñas, dos telegramas, pasto de verdad y papel piedra; escenografía fatal para la borrachera autorizada, colectiva y con mucho wawancó de fondo, en fin.
Y el perro del vecino que se llamó a silencio porque la pirotecnia de estruendo pudo más que él.
¡A tu salud, discepolín!
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