Sosteniendo la Pared, 27 de octubre 2012

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Entrevista en Poder Ciudadano, Canal 5 TNU, 22.9.2011 (primera parte)

Entrevista en Poder Ciudadano, Canal 5 TNU, 22.9.2011 (segunda parte)

Caso Trigo (en Cámara Testigo, 9 de mayo 2011)

miércoles, 9 de enero de 2008

Colores alterados

“Porque ese cielo azul
que todos vemos
ni es cielo, ni es azul”.
Homero Expósito.


Lo que quedó de la sangre arrebolada, del furor, del rubor de tus mejillas, de la revolución de octubre, de la rosa suicida por su propia espina, no es más que polvo de ladrillo. Rojo como la sangre, el furor, la rosa, tus mejillas, la revolución. Inocuo polvo volcánico barrido bajo la alfombra roja y protocolar de una escenografía de televisión. Rojo ceibo trucado en photoshop. Churrinche rojo, agonizante en las suburbanías de la más roja venganza. Diluída pintura de un paisaje en llamas, comida por la humedad. Polvo semen cemento de ladrillo. Todos contra la pared. La boca abierta. La roja lengua sedienta, curtida y sin coartada de un nuevo tiempo al pedo. Será que había que hablar un poco menos, nada más.


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Allá, muy en el fondo, él sabía que moriría sin honor ni gloria. Pero arremetió con fuerza contra todos sus miedos propios y ajenos, se mandó de un trago cada uno de los domingos por venir, quemó todas las naves de su pasado y salió a la calle, sin fotos ni recuerdos. Nadie había donde había que haber. Ya lo sabía de antes. Siempre es mejor perder bien que ganar mal. No predijo. No maldijo. Tragó saliva, mordió la bronca. Para algo nacemos, se susurró. Y empezó a rodar en una muerte tan anónima como el rostro eventual de su enemigo. Sin heroismo. Sin pena. Amaneció en la crónica roja de un mundo que era a través de él, como debía haber sido antes de la emboscada.

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Uno al lado del otro, como cada día, temblando ambos. Nostalgiando separados, cada uno. El amor hace diez años era otra cosa. Los silencios eran palabras. Las palabras ya no tenían sentido a la hora de callar. Una antorcha de tristeza iluminó toda la casa. La escasa. La no planeada. La devenida. La malvenida. Cayó la luna roja. Llegaron las visitas. Sólo encontraron las piezas esparcidas de un muñeco a cuerda.

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El puño en alto y la calle nuestra, las piedras en la mano, el humo de la pólvora, la libertad por todos. La flaca suerte de la mala guerra necesaria. Los caballos. El golpe por sorpresa. El mundo ancho y ajeno. Los gases. El francés mayo uruguayo. Las cosas por su nombre. La niña roja en la mira del francotirador. La mesa familiar. El mutismo cómplice. La mira de su padre apuntando a la mesa. Los platos sucios.

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Cuando chicos, éramos todos pobres. Pero pobres parejo. Vivíamos pobres y comíamos pobres. Pero comíamos y vivíamos. Una pobreza digna. Todos sabíamos lo que podía ser y lo que no. Era un tiempo de aprender para mañana. De lápices fáber, de papel garbanzo, de crayolas rojas. De un mundo por llegar. Que llegaría. Pelota y catecismo mientras tanto. De padres laburantes. De aguja de coser, de remendar. Cuidar la última túnica. La ilusión. La linda de la clase, que nunca nos dio bola. Los sábados de super acción. Domingos aburridos. Lunes de trampa para faltar a clase. Y los cuadernos más íntimos y escondidos donde nos contábamos historias de vidas ajenas que ya dejaban de serlo.

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¿Por qué habrán perdido sentido las palabras rojas, volumen, peso, razón? ¿Cuándo fue? ¿En qué tango o rock mal parido a desgano? ¿En qué despilfarro lunfardo o académico? ¿Con qué mala intención o insanía? ¿En qué bardo, barro, bando?¿Quién las trampeó a favor de quién? ¿Dónde las escondieron para ahora? ¿Cómo te explico sin su auxilio? ¿Cómo te defiendo sin su nombre? ¿Cómo te encuentro sin su rastro? ¿Cómo te hablo sin embaucarte, sin engañarte, sin saber cómo decirte lo que quiero que entiendas? ¿En qué renglón contranatura las encuentro? ¿En qué biblioteca o prostíbulo? ¿A quién se las reclamo? ¿Quién tiene la culpa? ¿Quién se pasea impune sin todas ellas para asegurar su impunidad? ¿Quién dice conveniencia donde dije beneficio? ¿Limosna donde dije derecho? ¿Quién habla de menos?

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Vivimos la incomunicación en plena era de la comunicación. Antón pirulero. Cada cual que atienda su juego. Somos individuales, corporativos. Ya no somos cuando éramos. Y el que no, una prenda tendrá. Y el que no, será traidor a nuestra nueva formúla de desvivir. De incooperar. Antón, Antón, Antón. Y el indisciplinado que no, será expulsado de la nueva ideosincrasia. Nuevo slogan vivendi. Neoideología trucha. Será desterrado, extraditado, comido por los piojos rojos del pasado que pasó sin ojos en la nuca. Culpable de lesa inhumanidad. Quedará aislado, exiliado, apartado, solo. Como todos nosotros.

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La vida era nuestra, pero no. La vida es del marqueting. La tierra era nuestra, pero no. La tierra es de quien pueda comprarla. El agua era nuestra, pero no. Pero no. El gobierno era nuestro, pero no. El gobierno es de quien mejor sepa relacionarse con el mundo exterior. La patria era nuestra, pero no. La patria es de quien se nos ordene que sea. El agua era nuestra, pero no. Pero no. Lo teníamos bien claro. Un rojo claro. Sabíamos dónde ir y cómo llegar. Conocíamos los porqué de los efectos de las causas. En fin. La incertidumbre y el desconcierto no eran nuestros, pero sí.

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Los hombres y las mujeres de esta tierra celeste crecieron rojos para alertarnos del futuro gris. Entre tantos colores, eligieron el rojo de la pasión y la furia. Tinta roja en el gris de un ayer aguerrido. De jugarse la última y la primera. La sangre común. Las epopeyas. Foto velada. Vana inmolación en esta hoy roja hoguera de ideas quemadas, negociadas, asesinadas, adversas. Luz roja alerta sobre el presente irresponsable. Luz roja de aún estamos a tiempo, pero si es ya. Roja luz de último aviso si acaso nos permiten. Abras(z)adora luz roja, azul y blanca, la aquella nuestra, la secuestrada y violada en las urnas.

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