Sosteniendo la Pared, 27 de octubre 2012

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Entrevista en Poder Ciudadano, Canal 5 TNU, 22.9.2011 (primera parte)

Entrevista en Poder Ciudadano, Canal 5 TNU, 22.9.2011 (segunda parte)

Caso Trigo (en Cámara Testigo, 9 de mayo 2011)

lunes, 7 de enero de 2008

Jugando a las escondidas


“Rapidito y entre las sombras
corremos a hacer la pica;
el más ligero es quien gana,
otro la bronca mastica.
Hay sombras por todos lados
y hay alguien que se escondió
en donde menos pensamos
y donde nadie buscó.
Y donde nadie se imaginó”.
Jorge Lazaroff.

Valoro y respeto su metáfora, don Aníbal, pero el Uruguay es un río y el cielo azul siguió de largo, con pasaporte trucho de símbolo patrio. Valor y respeto que usted siempre tuvo por el Uruguay, Sampayo. Ese Uruguay de tierra y vacas y fábricas y oficinas y hombres y mujeres. Este Uruguay que nos sigue haciendo agua, como su río la recibe. Este país de agua por el que dio su vida en canto y carne viva, desde su Paysandú heroico, su guitarra indoblegable, su cárcel longeva, su cáncer letal. Cuando incidir era luchar, como usted lo hizo, aunque su alto lenguaje metafórico hoy no se corresponda con el sublenguaje de las subideologías formateadas en consignas de salón. Borradas. Asesinadas. Prohibidas. Con pretensión punitiva hacia sus letras. Con asistencialismos y obediencias indebidas a medias noches y sin medias tintas. A la medida obsecuente de un modelo que contrasta con su cielo azul, y que no pasa, como su río. Ni parece cargar nuevas agua. Pero las carga; esté seguro. Aunque los sueños más altos se parapeten detrás de rótulos pirateados a la inocencia más cándida de un pueblo que confía, todavía. Porque desconfiar duele más, y porque el homicidio suele reconocerse de mayor valentía que el suicidio. Aunque su Víctor Lima continúe allí colgado de bronca abierta frente a su río. El de los pájaros pintados. El que no temblaba de Botnias ni de Ences. Ese río que era la ideología. Y que fluía. Y nos crecía. Y no temblaba. Y no mentía. Y no hacía creer. Y si a veces se escondía, era en tatuceras. No en cartas de intención ni otros chantajes.

Qué le voy a contar que usted no sepa. El agua tiene su cauce y su curso. Su causa y su consecuencia. No permanece inmóvil. Da y recibe. Es mansa para el pescador y violenta cuando se la agrede. No se sorprenda, don Aníbal, si un día de estos la ve encrespada. Rebelada. Inundándonos de la más cívica rebelión. Será que entonces ha perdido la inocencia, pero la ternura no.
Cuéntele a los más jóvenes cuando nosotros todavía éramos el agua, el fluir desde abajo, la corriente subterránea y básica que hacía posible los futuros imposibles. Hábleles de la sombra y de la luz. De los atardeceres frente a ríos de sangre impunizada. No se me calle ahora, que está muerto. Cuénteles para que nunca dejen de saber. Para que no se escondan a esta hora de la siesta traicionera e inducida por varios blísters de valium protocolar y discursivo. Este dormir sin sueño(s). Expectantes a qué sucederá en el despertar.
¡Pan quemado detrás de la banda presidencial! ¡Pan quemado en los Ministerios! ¡En las bancas parlamentarias, pan quemado! ¡En la estancia de Anchorena! ¡En los decretazos contra el pueblo, contra el agua, contra el laicismo! ¡En el seductor anhelo de poder, aunque sin poder! Pan quemado y recalentado a leña en los 1.300 pesos de la demagogia autista. Pan quemado en las ollas populares que vendrán, y nadie podrá apagar ni con las aguas de su río. Porque el hambre puede no medir el cauce, pero sí el curso. Y lo que no se recibe, se toma. Y es justicia.
¿Pensó en esa correntada, don Sampayo? ¿Alguna vez imaginó que su Uruguay río podría rebasar esas represas ideológicas que parimos juntos, cuando el arriba nervioso y el abajo que se mueve? ¿Cómo se hace cuando dicen que el arriba es uno mismo? ¿Cómo nos autorrebelamos sin rótulo de traidor, de frente a los traidores de aquella parición casi colectiva? Crear puentes -que no represas- sería una forma de evitar ese desborde humano e ideológico. Y estamos dispuestos a tal construcción. Lo proponemos a diario. Lo plantean los trabajadores que no recibe el ejecutivo. Lo demandan los defensores de su río, que tampoco. Lo ruegan los familiares que no se conforman con un parte de defunción. Lo pidió Galeano el 27 de mayo. Lo exigen nuestros valores y principios irrespetados, violados.
¿Quiénes son los que nos niegan el derecho de puentear y apechugar juntos este desquicio de poder y no poder? ¿Quiénes son los cortapuentes? ¿Dónde está el que se esconde detrás de los pilares que construimos sobre los hombros de un pueblo traicionado por décadas? ¿Recibiendo medallas de fascistas españoles? ¿Barcos de la Secta Moon? ¿Inaugurando estatuas papales en una nación laica? ¿Recortando los recursos para las viviendas cooperativas? ¿Sonriéndole al imperio y expulsando a los obreros del Edificio Libertad? ¿Condenando el ingreso de Cuba al Mercosur?
¿Dónde están los que se esconden?, preguntaba el Choncho. ¿Traicionando nuestras más caras raíces históricas? ¿Designando embajadores sin carrera diplomática? ¿Expulsando periodistas del canal estatal? ¿Respetando los plebiscitos que les convienen y decretando contra los que no? ¿Ejecutando sin tregua a la gente del campo?
¿A qué cosa le teme el que cree que manda? ¿Por qué diez patovicas en la Marcha de Silencio, tres autos de custodia, cámaras y personal de vigilancia en su domicilio, alambres de púas en su azotea y un jeep militar a media cuadra?
No habrá de temerle a esas fuerzas armadas, con quienes dialoga fluido. No habrá de temerle al FMI, ni al BID, ni al BM, ni a la OMC. No habrá de temerle a los sospechados milicos ascendidos en el Ministerio del Interior, ni al capitán Lebel, ni a las AFAPs, ni a Botnia, ni a Ence, ni a las otras seis o siete. No habrá de temerle a Uragua, ni a Aguas de la Costa, ni a la Iglesia Católica (Opus Dei mediante), ni a los postupamaros, ni a los neomercenarios entrenados en Estados Unidos, ni a los 213 que siguen sin aparecer casi todos.
La conciencia no se alambra y no existen custodios contratados contra ella. El país es hoy el cauce de su río, don Sampayo, y el curso del agua son los hechos. El cielo azul se pierde a nuestra vista y ya demasiadas franjas y estrellas nos amanecen a cambio.
Les damos todo el tiempo que precisen, que paciencia tenemos. Sólo les exigimos que hagan buen uso de él. Porque la realidad es cruda, apremia, hay cosas que no se regalan, y no existe peor castigo para un pueblo que todo ese montón de tiempo que considere perdido.

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