“Mi voz, la que está gritando.
Mi sueño, el que sigue entero.
Y sepan que sólo muero
si ustedes van aflojando,
porque el que muriò peleando
vive en cada compañero”.
Carlos María Gutiérrez.
Habrá que concluir que los orientales, además de poco ilustrados y menos valientes, también manejamos con gran destreza el arte de la prestidigitación.
Curtimos la magia, señores, pero no sólo para llegar a fin de mes con un resto de vida, sino también para sobrellevar con decoro nuestra mágica miedocracia, ese paralizante poder del miedo que habitualmente llamamos democracia. Una democracia mágica, donde los presidentes de las dos últimas décadas parecen haber sido concebidos por el espíritu santo o haber asumido por simple generación espontánea.
Porque a Sanguinetti, a Batlle y a Lacalle no los votó nadie. ¡Qué va! Y de eso venimos a enterarnos recién ahora, que resulta que a Vázquez lo votaron todos.
Pero nuestra miedocracia revelada no remite a un sólo aspecto. Recordemos, sino, todas las veces que pagamos la entrada al estadio, aún sabiendo que nuestra selección no podía ganar ni comprando a los jueces. Y fuimos igual para –por las dudas– no faltar al festejo, no quedarnos encerrados en el rancho viendo cómo festejaban los por un rato felices, posibles y presuntos triunfadores, deportivamente hablando.
Y el que pierde, paga; decíamos en el país de los perdedores cuando todavía nos quedaba algún boliche donde despuntar el vicio de la falta y el rabón.
La miedocracia come vidrio, compra souvenirs, baila bailanta, paga previsora, habla por no decir, oye por no escuchar, atropella por no ser atropellado y pare (digueu me que) los mismos engendros cívicos que luego combate desde un baño público de un boliche mugriento y sin agua jane.
No hay más cocoa, canta la barra. Hay gofio con leche, y arreglate perdedor. Que el no comer no mata, ¿te acordás? Y ni se te ocurra beber, que ahora para olvidar se festeja. Artículo 4º: No castigarás al que te asesinó. Apenas le dirás que si la resurrección existe no lo vuelva a hacer, porque no está bien secuestrar maestras de adentro de una embajada.
¡Y viví! ¡Consumí! ¡No te quedés afuera del reparto de ilusiones, no pienses de más (dice el Jaime), ¡festejá!, ¡comé!, ¡chupá!, ¡deseá a la mujer y al perro de tu prójimo!, que ¡¡¡son sólo cuatro días locos!!!, loco. Y cuando veas que apuntan hacia tu vecino, dejalo; es el karma: el que pierde, paga (no vas a ser vos quien cambie las reglas de juego, ¿no?).
Dicen que anoche se llevaron a cuatro más. Capaz que esta noche vienen por nosotros. No tengas miedo, miralos a los ojos si es que llegan y deciles que vos no te vendés. Hoy la contraseña será: soy yo; una fácil para despistarlos. Que acá estamos, por nosotros y por todos, parados en el primer escalón de los setenta, con la oreja pegada a la radio y la pared, con el corazón pegado al continente todo de todo lo por hacer y a la herencia de los que no llegaron, desde el primer Ayuí hasta el último cuartel de Colonia.
Llegó carta de Galeano reclamando, de los que viven en Francia y España reclamando, de los de Río Negro reclamando.
Se convoca a reunión para esta noche en el club. Un solo punto del día, arreglado a dos voces por el Fata Delgado. Lectura de fraternal misiva que nos envía el presidente del Fondo Monetario y el representante de Botnia en Uruguay. Se contará con la presencia del embajador Gross Espiell y del torturador Alex Lebel. Se ruega asistir con zapatos de goma.
La miedocracia festeja en el país de la merca y de los hurgadores de basura, del Peirano expreso y del Cordero exprófugo, de la impunidad rubricada a tres tintas, de todo el tiempo por perder, del lejanísimo por venir, del retrato de Artigas tapando las manchas de humedad de la pared.
Miedócrata no se nace, se hace, de golpe o de comicio, de voto castigo, de “peor no va a ser”. Pero aquel “mejor debe ser” por el que mataron al estudiante detrás de la Universidad nunca antes lo entregamos a tan bajo precio.
Estamos acostumbrados los hijos del Uruguay, quedó grabado.
Lavate la cara, escondé la barriga, cambiate el color de los ojos y chupate esta mandarina. La política facial de la nueva estética.
Una estética miedócrata y sin pasado, de bomberos a los sesenta y pico, de sordomudos a los cincuenta, de exbatllistas y exlacallistas a los cuarenta, de neomilitantes a los treinta, y de esperanza fácil en algo posible a los veinte y con hijos. Un médico a la derecha, descubría Alfonsín hace 30 años. Cuando cante la murga, callate, escuchá y obedecé. ¡¡¡Tré!!!:
Analfabetos de educación pública. Buchones traficantes que trabajan para la policía. Caníbal política económica neoliberal de los Chicago’s boys. Delegados chupamedias aspirantes a un puestito. Elegantes terratenientes y banqueros que ya no pierden el sueño. Freno a la rebeldía más pura y “ultra”. Ganancias exorbitantes de las multinacionales explotadoras. Hambre real en los bajo la línea de pobreza. Ideologías aggiornadas y renunciantes. Justicia inoperante y dependiente. Karibe con K. Leyes de impunidad vivitas y coleando. Mujeres y hombres del exilio económico y político todavía. No al aborto, no a la educación, no a la salud, no a la realidad. Ñoquis de todo pelo y tamaño. Opciones de futuro inexistentes para millares de jóvenes. Prostitución infantil para comer caliente. Quemas, rancheríos, villas y cantegriles en aumento. Radicales go home. Silencio hospital, artículo 4º. Tendencia light. Uruguay for export, también quedó grabado. Victoria a medias y con pinzas. W. Bush reelecto para negociar. Xenofobia y discriminación que no se ve pero se nota. Yanto de los que lloran con errores de ortografía y desatención estatal. Zorros políticos de la peor calaña esperando tus errores para volver, como siempre.
Si habrá que dar vuelta el vocabulario para poder festejar, como usté lo prometió.
Mi sueño, el que sigue entero.
Y sepan que sólo muero
si ustedes van aflojando,
porque el que muriò peleando
vive en cada compañero”.
Carlos María Gutiérrez.
Habrá que concluir que los orientales, además de poco ilustrados y menos valientes, también manejamos con gran destreza el arte de la prestidigitación.
Curtimos la magia, señores, pero no sólo para llegar a fin de mes con un resto de vida, sino también para sobrellevar con decoro nuestra mágica miedocracia, ese paralizante poder del miedo que habitualmente llamamos democracia. Una democracia mágica, donde los presidentes de las dos últimas décadas parecen haber sido concebidos por el espíritu santo o haber asumido por simple generación espontánea.
Porque a Sanguinetti, a Batlle y a Lacalle no los votó nadie. ¡Qué va! Y de eso venimos a enterarnos recién ahora, que resulta que a Vázquez lo votaron todos.
Pero nuestra miedocracia revelada no remite a un sólo aspecto. Recordemos, sino, todas las veces que pagamos la entrada al estadio, aún sabiendo que nuestra selección no podía ganar ni comprando a los jueces. Y fuimos igual para –por las dudas– no faltar al festejo, no quedarnos encerrados en el rancho viendo cómo festejaban los por un rato felices, posibles y presuntos triunfadores, deportivamente hablando.
Y el que pierde, paga; decíamos en el país de los perdedores cuando todavía nos quedaba algún boliche donde despuntar el vicio de la falta y el rabón.
La miedocracia come vidrio, compra souvenirs, baila bailanta, paga previsora, habla por no decir, oye por no escuchar, atropella por no ser atropellado y pare (digueu me que) los mismos engendros cívicos que luego combate desde un baño público de un boliche mugriento y sin agua jane.
No hay más cocoa, canta la barra. Hay gofio con leche, y arreglate perdedor. Que el no comer no mata, ¿te acordás? Y ni se te ocurra beber, que ahora para olvidar se festeja. Artículo 4º: No castigarás al que te asesinó. Apenas le dirás que si la resurrección existe no lo vuelva a hacer, porque no está bien secuestrar maestras de adentro de una embajada.
¡Y viví! ¡Consumí! ¡No te quedés afuera del reparto de ilusiones, no pienses de más (dice el Jaime), ¡festejá!, ¡comé!, ¡chupá!, ¡deseá a la mujer y al perro de tu prójimo!, que ¡¡¡son sólo cuatro días locos!!!, loco. Y cuando veas que apuntan hacia tu vecino, dejalo; es el karma: el que pierde, paga (no vas a ser vos quien cambie las reglas de juego, ¿no?).
Dicen que anoche se llevaron a cuatro más. Capaz que esta noche vienen por nosotros. No tengas miedo, miralos a los ojos si es que llegan y deciles que vos no te vendés. Hoy la contraseña será: soy yo; una fácil para despistarlos. Que acá estamos, por nosotros y por todos, parados en el primer escalón de los setenta, con la oreja pegada a la radio y la pared, con el corazón pegado al continente todo de todo lo por hacer y a la herencia de los que no llegaron, desde el primer Ayuí hasta el último cuartel de Colonia.
Llegó carta de Galeano reclamando, de los que viven en Francia y España reclamando, de los de Río Negro reclamando.
Se convoca a reunión para esta noche en el club. Un solo punto del día, arreglado a dos voces por el Fata Delgado. Lectura de fraternal misiva que nos envía el presidente del Fondo Monetario y el representante de Botnia en Uruguay. Se contará con la presencia del embajador Gross Espiell y del torturador Alex Lebel. Se ruega asistir con zapatos de goma.
La miedocracia festeja en el país de la merca y de los hurgadores de basura, del Peirano expreso y del Cordero exprófugo, de la impunidad rubricada a tres tintas, de todo el tiempo por perder, del lejanísimo por venir, del retrato de Artigas tapando las manchas de humedad de la pared.
Miedócrata no se nace, se hace, de golpe o de comicio, de voto castigo, de “peor no va a ser”. Pero aquel “mejor debe ser” por el que mataron al estudiante detrás de la Universidad nunca antes lo entregamos a tan bajo precio.
Estamos acostumbrados los hijos del Uruguay, quedó grabado.
Lavate la cara, escondé la barriga, cambiate el color de los ojos y chupate esta mandarina. La política facial de la nueva estética.
Una estética miedócrata y sin pasado, de bomberos a los sesenta y pico, de sordomudos a los cincuenta, de exbatllistas y exlacallistas a los cuarenta, de neomilitantes a los treinta, y de esperanza fácil en algo posible a los veinte y con hijos. Un médico a la derecha, descubría Alfonsín hace 30 años. Cuando cante la murga, callate, escuchá y obedecé. ¡¡¡Tré!!!:
Analfabetos de educación pública. Buchones traficantes que trabajan para la policía. Caníbal política económica neoliberal de los Chicago’s boys. Delegados chupamedias aspirantes a un puestito. Elegantes terratenientes y banqueros que ya no pierden el sueño. Freno a la rebeldía más pura y “ultra”. Ganancias exorbitantes de las multinacionales explotadoras. Hambre real en los bajo la línea de pobreza. Ideologías aggiornadas y renunciantes. Justicia inoperante y dependiente. Karibe con K. Leyes de impunidad vivitas y coleando. Mujeres y hombres del exilio económico y político todavía. No al aborto, no a la educación, no a la salud, no a la realidad. Ñoquis de todo pelo y tamaño. Opciones de futuro inexistentes para millares de jóvenes. Prostitución infantil para comer caliente. Quemas, rancheríos, villas y cantegriles en aumento. Radicales go home. Silencio hospital, artículo 4º. Tendencia light. Uruguay for export, también quedó grabado. Victoria a medias y con pinzas. W. Bush reelecto para negociar. Xenofobia y discriminación que no se ve pero se nota. Yanto de los que lloran con errores de ortografía y desatención estatal. Zorros políticos de la peor calaña esperando tus errores para volver, como siempre.
Si habrá que dar vuelta el vocabulario para poder festejar, como usté lo prometió.
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